Para mi santiguada que tengo por cierto que si Reinaldos de Montalbán hubiera oído estas razones al hombrecito, tapaboca le hubiera dado, que no hablara más en tres años.
Su vecino, que miraba por la ventana en ese momento, vio caer el papel, y pensó: - ¡Qué descarado, el tío va y tira un papel para ensuciar mi puerta, disimulando descaradamente!
Cuántas veces él tuvo que sacar de su misma bolsa el dinero para que ellas le echaran tierra al asunto: -¡Date de buenas que vas a tener un hijo güerito! -les decía.