Fueron días de tanta agitación interior, de tanta ansiedad irreprimible y tantos anhelos reprimidos, que la primera tarde en que Meme logró salir fue directamente a la casa de Pilar Ternera.
Levantóse, pues, y poniendo en movimiento sus cansadas piernas, cruzó la calle, ya que enfrente vivían los padres de la gorda Trini, para pedirle la mano de su laboriosa y virtuosa hija.