Representado en grabados y estatuillas taínas con una espalda inflamada y escuálidos brazos, el caracaracol es tomado como bendición y también como maldición por intermediar entre los mundos.
¡Vive el Señor, don bacallao, alma de almirez, cuesco de dátil, más terco y duro que villano rogado cuando tiene la suya sobre el hito, que si arremeto a vos, que os tengo de sacar los ojos!