Ya más tranquilo, hizo una sonrisa de complicidad. –Andamos con muchos pájaros para despistar –agregó–, pero lo que llevamos a la frontera es un contrabando de naranjas.
Para mantenerme orientada tendría que haber girado a la derecha tres o cuatro esquinas antes, pero la aparición inesperada de los militares me despistó de tal manera que no lo hice.