¡Mirad, cuerpo de mi padre -respondió Sancho-, qué martas cebollinas o qué copos de algodón cardado pone en las talegas, para no quedar molidos los cascos y hechos alheña los huesos!
En otra época se habló de un virrey que quiso traer la nieve de los Pirineos para que la conocieran los aborígenes, pues ignoraba que la teníamos casi dentro del mar en la Sierra Nevada de Santa Marta.