Pues aun cuando tiene la tez lisa y el rostro martirizado con mil suertes de menjurges y mudas apenas halla quien bien la quiera, ¿qué hará cuando descubra hecho un bosque su rostro?
Mientras la revisaba, Delaura le explicó que no la habían llevado allí para martirizarla, sino por la sospecha de que un demonio se le hubiera metido en el cuerpo para robarle el alma.