El iniciado soltó un suspiro, sonriendo interiormente mientras levantaba la mirada hacia el hombre de ojos grises que ingenuamente lo había admitido en las filas más secretas de esa hermandad.
La nave fue anclada en las afueras de la bahía por el temor de que fuera un brote de alguna peste africana, hasta que comprobaron que había sido un envenenamiento con fiambres manidos.
Sicilia ya pertenecía a la corona desde tiempos de Pedro el Grande; por eso, cuando el Papa concedió a Jaime II los derechos de conquista de Cerdeña, Barcelona y sus ciudadanos financiaron aquella empresa.