En el mundo contemporáneo no basta con tener un Estado “capaz”; se exige que éste responda a las necesidades de la población y sea responsable, transparente y ético.
Pienso favorecer a los labradores, guardar sus preeminencias a los hidalgos, premiar los virtuosos, y, sobre todo, tener respeto a la religión y a la honra de los religiosos.