¡Oh, qué hermosura! -- gritó Pinocho saltando de alegría--. En cuando recoja todas esas monedas me quedaré con dos mil para mí, y os daré a vosotros quinientas de regalo.
–¡Qué! ¿No hay Queso? –gritó Hem, y siguió gritando–: ¿No hay Queso? ¿No hay nada de Queso? , –como si el hecho de gritar cada vez más fuerte bastara para que reapareciese.
No hay que decir que el espectáculo era conmovedor; pero el público de la entrada general, viendo que la comedia no seguía, se impacientó y empezó a gritar: --¡Que siga la comedia! ¡Queremos la comedia!