El personal directivo superior debería asumir la responsabilidad máxima y asegurarse de que los funcionarios y las dependencias rindan cuentas al respecto.
Esas diferencias dependen del fundamento constituido por el desarrollo político, la existencia de dirigentes elegidos y cívicos, y la presencia de recursos naturales.
Los Estados Miembros pueden querer facilitar información directamente a ese personal, pasando por alto a los jefes de la operación, y a menudo lo hacen.
Ahora bien, cuando la corrupción de los partidos políticos y los parlamentarios es endémica se produce una erosión de la fe y confianza en los dirigentes.
Esta capacitación permite que esos empleados administrativos se encarguen de todo los relacionado con las antedichas organizaciones, en particular de la gestión financiera de sus recursos.