Santiago Nasar permaneció todavía un instante apoyado contra la puerta, hasta que vio sus propias vísceras al sol, limpias y azules, y cayó de rodillas.
En todo este camino recorrido, el pueblo chino, apoyado en sus propios esfuerzos y duros trabajos, ha creado el milagro chino que llama la atención de todo el mundo.
Sujetando el sedal nuevamente con el hombro izquierdo y apoyándose en el brazo izquierdo saco el bonito del garfio del bichero y puso de nuevo el bichero en su lugar.
Llegó a inconcebibles extremos de crueldad para sofocar las rebeliones de sus propios ofíciales, que se resistían a feriar la victoria y terminó apoyándose en fuerzas enemigas para acabar de someterlos.