Si estuviéramos de acuerdo en esto —y es como poner la carreta delante de los bueyes— ¿cómo se relacionarían los cambios hechos en el párrafo 8 y, supongo que también en el párrafo 9, con la redacción que le hemos dado al párrafo 11?
Como resultado, condujeron sus carretas a la derecha y de esta manera podían estar más cerca del centro del camino para ver y mantenerse alejados del tráfico que se aproximaba.
La única manera de evitar un extenuante viaje de seis meses en carreta era viajando por la parte más angosta del continente, los 48 kilómetros del Istmo de Panamá.
Siguió con tanta atención las peripecias del entierro que nadie dudó de que lo estaba viendo, sobre todo porque su alzada mano de arcángel anunciador se movía con los cabeceos de la carreta.
Traían mulas cargadas de cosas de comer, carretas de bueyes con muebles y utensilios domésticos, puros y simples accesorios terrestres puestos en venta sin aspavientos por los mercachifles de la realidad cotidiana.