No dejé de mirarla por el rabillo del ojo, y por fin en mi imaginación el vagón Pullman se convirtió en una casita con césped, y con una parra cubriendo el porche.
Por las últimas casas, en la vuelta del Porche, aparece, tarda, la Cruz de los espejos, que, entre los destellos del Poniente, recoge ya la luz de los cirios rojos que lo gotean todo de rosa.
Ana, rompiendo a llorar, se lanzó contra la puerta del vestíbulo, dio tal portazo que hasta retemblaron los adornos del porche, desapareció a través del vestíbulo y subió las escaleras como un torbellino.
Hay un día en que todos los norteamericanos que no se han hecho por su propio esfuerzo vuelven a su hogar para comer bizcochitos con bicarbonato y se maravillan de cuan cerca parece estar del porche la vieja bomba del agua.
Afortunadamente cayó por el otro lado, donde el tejado se extendía bajando sobre el porche hasta tan cerca del suelo que una caída allí resultaba mucho menos peligrosa.