Por consiguiente, los intentos de interpretar esa decisión política consciente de no ceder al chantaje como “aislamiento” voluntario no es más que una quimera.
Y el portero infernal de los tres rostros, con otras mil quimeras y mil monstros, lleven el doloroso contrapunto; que otra pompa mejor no me parece que la merece un amador difunto.
¿Que es posible que en cuanto ha que andas conmigo no has echado de ver que todas las cosas de los caballeros andantes parecen quimeras, necedades y desatinos, y que son todas hechas al revés?
Y como él sabía que la transformación de Dulcinea había sido traza y embeleco suyo, no le satisfacían las quimeras de su amo; pero no le quiso replicar, por no decir alguna palabra que descubriese su embuste.
Además, las víctimas de semejante quimera han tratado de fortalecer su autoconfianza mediante una imaginaria relación que dicen que existe entre ellos y el invisible Dios.